El gigantismo sevillista ...
jueves, 29 de abril de 2010
¡A la cárcel!
El gigantismo sevillista ...
martes, 27 de abril de 2010
Nuestra Copa que ganamos en el 39
Últimamente vuelve a ser actualidad sobre su homologación internacional. La International Federation of Football History and Statistics (IFFHS) es el organismo internacional que tiene el visto bueno de la FIFA para lo relativo a la historia y la estadística del fútbol (este organismos fue el que consideró al Sevilla Fútbol Club como el Mejor Club del Mundo en los años 2006 y 2007).
Desde hace un tiempo la IFFHS pretende unificar los criterios para equiparar mundialmente los campeonatos de Liga y Copa. Es aquí donde aparece el Sevilla Fútbol Club, por ser el vencedor de una Copa de un torneo comenzado en tiempos de guerra. Muchos fueron en Europa los torneos jugados durante la II Guerra Mundial, unos homologables y otros no, cuestión que tendrá que discernir este organismo internacional.
No se trata de que la RFEF de fútbol quiera “quitarle una copa al Sevilla”. El Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE), miembro oficial en España de la IFFHS, teniendo en cuenta los criterios establecidos, es el que estudia las competiciones disputadas en España y eleva sus consideraciones a la internacional, que es quien en definitiva resuelve.
Una vez analizado el Torneo de 1939, considera que el mismo está todavía “en revisión”.
En este marco vamos a exponer, de nuestro punto de vista, sobre cual puede ser la situación, aunque la decisión no es nuestra.
El Torneo Nacional de Fútbol de 1939
En el número 8 (marzo de 2010) de esta revista, en un artículo firmado por José del Olmo, “Copas que fueron ligas y ligas que fueron copas” (en adelante, “J. del Olmo”) se exponen algunas dudas sobre la posible homologación del citado torneo como Campeonato de España.
“La primera Copa del Generalísimo, 1939, era el premio para el Torneo Nacional de Fútbol, organizado por la propia FEF. Su carácter oficial es incuestionable. Sin embargo convergen una serie de circunstancias que dificultan su homologación. Por un lado, no se convoca -aunque posteriormente fue añadida una grabación de dudoso origen sobre el propio trofeo- como Campeonato de España, título necesario para que el torneo en cuestión se pueda añadir al palmarés de la competición. También es cierto que participan equipos federados y no federados y las fichas de los jugadores transitan excepcionalmente entre los equipos sin haber sido dadas de alta en la propia FEF. Son irregularidades que obligan a revisar profundamente el carácter que tuvo este Torneo Nacional de Fútbol. Es un capítulo pendiente.” (J. del Olmo)
Las dudas
Las dudas accesorias, por sí solas, no serían obstáculo para la homologación de un campeonato, pero un cúmulo de ellas si es preciso tenerlo en cuenta. En este grupo tenemos: la copa y su grabación, los equipos y las fichas de los jugadores.
¿Se puede considerar Campeonato de España?
También se plantearon, con anterioridad, dudas en el libro “Las grandes mentiras del fútbol español”, obra de Félix Martialay y Bernardo Salazar (en adelante “F. Martialay, B. Salazar”): “el Torneo Nacional de Fútbol, que no Campeonato de España” (F. Martialay, B. Salazar).
Volviendo al texto de José del Olmo, vemos que el argumento de la duda es el mismo que acabamos de citar:
Es un torneo convocado por la FEF, lo cual no se discute. ¿De quién depende calificarlo como “Campeonato de España”?
Veamos un caso en el que se dan algunas circunstancias equiparables, la “Copa de España Libre” de 1937. La Asamblea de la RFEF rechazó recientemente considerarla como “Campeonato de España”, como así (aunque no en su literal) se había sugerido desde las Cortes. (El texto completo se publicó en los números 1 y 4 de esta revista: “Por qué la Copa de España Libre de 1937 no es un Campeonato de España” (en adelante “CIHEFE”).
Independientemente de los motivos que justificaron su desestimación ¿Qué hubiese ocurrido si se hubiese aprobado? Pues que se hubiera reconocido un campeonato en 2009 que se había celebrado en 1937. Entre los motivos de su rechazo no estaba que no se hubiera disputado como Campeonato de España, ni que esto no se hubiese reconocido con anterioridad, ya que hasta ese momento no se había planteado.
Volviendo a nuestro tema, el Anuario de la Federación, que faltó a su cita durante algunos años, recoge en su edición de 1948, entre los campeonatos de España, el de 1939.
Cierto es que no se establece, en principio como “Campeonato de España”, pero todo apunta a que ese era el “espíritu de la ley” de los organizadores. Así lo apreciamos cuando se produce el cambio de denominación.
“La 'I Copa del Generalísimo', que viene a substituir al Campeonato de España”, este texto apareció publicado en la página 5 de “La Vanguardia Española” (Barcelona), el 21 de febrero de 1939.
De la misma forma es citada por J. del Olmo:
“La final del Campeonato de España en el Estadio de Montjuich”.
La Federación Española de Fútbol, en aquel momento, consideró al campeón como campeón de España. Esto trajo consigo la reclamación del Madrid, a lo que la Federación contestó reafirmándose en que el Sevilla era el campeón de España:
“El Sevilla es el único Campeón de España.
Así lo dictamina la Federación Nacional
El presidente del Sevilla F.C. ha recibido una carta de la Federación Nacional. en la que se declara que no hay más campeón de España que el Sevilla F. C. Con esto se ha puesto fin al pleito al título de campeón. El Sevilla obtuvo en el Estadio de Montjuich la Copa del Generalísimo y en determinados medios se creía que por no haber tomado parte en la competición algunos equipos, aquella perdía su carácter nacional y , por lo tanto, el campeón de España seguía siendo el Madrid. Pero la Federación Nacional ha manifestado que de en adelante la antigua Copa de España se llamará Copa del Generalísimo: he aquí porque el campeón de España es hoy el Sevilla F. C.” 3 de enero de 1940, “El Mundo Deportivo” (Barcelona).
Observemos en este recorte que se sigue sin usar la expresión “Campeonato de España”, sino “Copa de España”.
Como acabamos de ver en el caso de la Copa de 1937, la Federación tiene potestad para reconocer, a posteriori, un Campeonato de España.
¿Qué órgano de la Federación tomó tal decisión? ¿La Asamblea?
Antes de entrar en otros detalles, veamos un recorte del 25 de mayo de 1939, publicado en ABC, unas declaraciones del Teniente Coronel D. Julio Troncoso, presidente de la Federación Española de Fútbol:
”Concretando: las Federaciones han dejado de existir como entidades numerosas que necesitaban asambleas, congresillos y elecciones enojosas. (...) las Federaciones tendrán unas gestoras compuestas por dos o tres señores que encauzarán el fútbol, con arreglo a las precisas instrucciones que la Nacional les dicte: los clubs tendrán unas directivas poco numerosas, que se atendrán a las normas señaladas desde arriba.”
Esto fue acompañado del oportuno Decreto (de 25 de enero de 1941, sobre el sistema cautelar y represivo del derecho de asociación) y normativa que prohibía cualquier tipo de asamblea y la recogida en actas de los acuerdos de los clubs y restos de asociaciones. Esta prohibición de celebrar asambleas estuvo vigente hasta 1948.
No era posible que la Asamblea resolviera porque no existía la Asamblea como máximo órgano decisoria de la Federación Española de Fútbol.
Por tanto el órgano que tomó la decisión de considerar como “Campeón de España” al vencedor de 1939 era el máximo órgano competente de la FEF.
Al no estar constituida la Asamblea de la FEF, este órgano no pudo acordar que a partir de 1940 los siguientes fueran considerados campeonatos de España. El mismo órgano que habilitó como Campeón de España al Sevilla F.C. es el que habilita a sus sucesores.
Si la condición para ser considerado campeón de España es que debe de ser aprobado en Asamblea, tampoco lo cumplen los que vienen detrás, ya que el acuerdo que eleva a la categoría de Campeonato de España a la Copa del Generalísimo no proviene de ninguna Asamblea.
¿Se convocó para la totalidad del territorio?
Bernardo Salazar en el diario “As”, el 26 de junio de 2007, (en adelante, “B. Salazar”) firmaba un artículo sobre el tema que estamos tratando. De él entresacamos:
“En este torneo deberían participar los campeones y subcampeones de los torneos regionales que se celebrasen en la llamada zona nacional. Los hubo en Galicia, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Aragón y Andalucía. Además se invitó al Ceuta Sport para premiar el deporte donde se inició el Movimiento.” (B. Salazar)
“Antes de acabar la Guerra 1936-39, en la zona dominada por Franco, se celebraron los correspondientes Campeonatos Regionales clasificatorios para el Torneo Nacional de Fútbol, que no Campeonato de España.” (F. Martalay, B. Salazar)
En el libro “Historia y Estadística del Fútbol Español. 2ª Parte”, obra de Vicente Martínez Calatrava (en adelante “V. Martínez”) podemos leer el acuerdo del Comité de la FIFA, celebrado en París durante los días 6 y 7 de noviembre de 1937, que aprobó lo siguiente:
"Después de haber oído a la Federación Española creada en San Sebastián, el comité ejecutivo, teniendo en cuenta la situación actual, que no permite a una federación única reglamentariamente, el fútbol en todo el territorio español, ha decidido a título provisional, que las asociaciones afiliadas a la FIFA, puedan contender con equipos de las dos federaciones existentes en España y también entre selecciones de ambas federaciones, sin que esto último tenga carácter de partidos internacionales." (V. Martínez)
Con esta resolución, a “título provisional”, la FIFA está reconociendo la personalidad jurídica de la FEF española de fútbol que organizó el Torneo de 1939. Textualmente dice: “las dos federaciones existentes en España”.
Está considerando que, provisionalmente, el territorio va a quedar afectado, y precisamente por eso, acepta la duplicidad de federaciones dentro un territorio que, antes que comenzar la guerra coincidía con los límites geográficos de la República Española. Tanto la FIFA, la UEFA, como la IFFHS, son independientes y no permiten “influencias políticas, militares, religiosas, étnicas o nacionales.”
La FIFA, por tanto, en 1937 acepta, provisionalmente, que el territorio de la federación que nos ocupa coincida con el ha sido conocido como “zona nacional”.
Al ser un caso excepcional no se puede legislar previamente sobre ello, así que tomaremos ejemplos, con circunstancias lo más parecidas posibles y veremos como se han resuelto.
España. Las Cortes Generales instaron a la RFEF que se le otorgara el Campeonato de España de 1937 al Levante FC. El propio Congreso de los Diputados reconoció que la competencia exclusiva para ello era de la Federación. Entre los argumentos expresados por el CIHEFE en su informe cita los criterios de la IFFHS para lo oficialidad de una competición.
Entre ellos encontramos uno que nos puede servir como ejemplo:
“Una federación nacional puede organizar un número ilimitado de competiciones oficiales aunque, con la finalidad de establecer la debida correspondencia entre las muy diversas competiciones que organizan las diferentes federaciones afiliadas a la FIFA, se reconoce un único campeonato de liga por temporada y federación y un único campeonato de copa por temporada y federación.” (CIHEFE)
Se reconoce un único campeonato de liga y copa por federación. Ya hemos aclarado antes que la FIFA había reconocido a dos Federaciones en España. La federación organizadora del Torneo del 39 fue aceptada considerando las limitaciones de su territorio.
Volviendo a la Copa del 37, seguimos con el informe del CIHEFE:
“En la fecha en que se disputó este torneo, durante los meses de junio y julio de 1937, la Federación Española de Fútbol estaba afiliada a la FIFA en activo y tenía plenos poderes para decidir las cuestiones internas del fútbol español como organización legítimamente reconocida por el gobierno de la República Española”.
Continua el informe exponiendo que dicha Federación envía una circular comunicando que suspende todas las competiciones oficiales. Posteriormente, ni mediante circular, ni mediante asamblea, se revocó la orden anterior.
La denegación está basada en que no puede considerarse oficial por no estar organizada por la Federación.
Croacia. Cuando comienza la temporada 1991/1992 el estado se encuentra en guerra, es más, al terminar esa temporada Yugoslavia es excluida del Campeonato de Europa de Selecciones Nacionales.
En la página oficial de la federación croata se recoge el palmarés de los distintos equipos croatas, incluida la temporada 1991/92 comenzada antes del final de la guerra, sirva de ejemplo que figura como Campeón de Liga 1991/92 el Hajduk Split.
La guerra no finalizó en Croacia hasta 1992, por tanto habría territorios en zona serbia hasta el final de la guerra. Cuando la República de Croacia se independizó de nuevo se convirtió en miembro de la FIFA, el 3 de julio de 1992. Como miembro temporal de la organización del fútbol europeo, la UEFA, la HNS es recibida el 25 de Julio de 1992, y se convirtió en miembro de pleno derecho el 17 de junio de 1993. La Liga, al igual que la copa, de Croacia, de 1991/92 fue convocada con parte del territorio en guerra. Además, todavía no estaba oficialmente reconocida por la FIFA. ¿Es válida esta liga del Hadjduk Split?
Alemania. Un federación se divide en dos por motivo de una guerra. Ocupa dos territorios, que coinciden con los nuevos estados. Posteriormente se unifican. Hay un periodo de bastantes años en que cada territorio disputa sus propias competiciones organizadas por su federación, al reunificarse, ¿desparecen del palmarés los títulos de alguna federación? Alemania Federal y Alemania Democrática serían los referentes, internacionales, con mayor similitud. ¿Qué hubiese ocurrido si las Federaciones nacionales españolas hubiesen organizado torneos durante varios años? Estarían en una situación equiparable a la alemana.
Reino Unido. En este estado la relación, hablando de fútbol, federación-estado se complica. Existen cuatro federaciones en el mismo estado, con cuatro ligas y copas, y sus respectivos campeones. Si queremos embarullar más la situación, durante un periodo aproximado de setenta años, la liga galesa estaba englobada dentro de la liga inglesa, por lo que Gales e Inglaterra, dos federaciones, daban un solo campeón. A partir de 1992 se independizó la liga galesa recuperándose los cuatro campeones dentro de un mismo estado.
Europa. Campeonato de Europa de Selecciones de 1992. Croacia es excluido por encontrarse en guerra. ¿Se considera que no es completo el territorio de la UEFA al dejar fuera una parte de éste?
En el mismo campeonato, la Unión Soviética ya se había clasificado antes de la desintegración del país, pero se les permitió competir bajo la bandera de la CEI, la Comunidad de Estados Independientes, la cual no era una federación afiliada a la UEFA, ni se correspondía con el territorio de un estado.
La FIFA había reconocido, excepcional y provisionalmente, dos federaciones dentro del territorio del Estado español. Por tanto, las competiciones que cada una de ellas hubiera organizado y que afectasen implícitamente a la totalidad de su territorio, hay que considerarlas como oficiales y sin ninguna restricción por razón de demarcación, ya que ha sido la propia FIFA la que ha autorizado las delimitaciones de la federación.
Una nueva copa y su grabación.
“solicitando al Generalísimo un trofeo para el vencedor (...) de hecho la Copa del Generalísimo fue entregada en propiedad al ganador.” (B. Salazar)
“-aunque posteriormente fue añadida una grabación de dudoso origen sobre el propio trofeo-“ (J. del Olmo)
“Curiosamente sobre la copa donada por el Generalísimo Franco para dicha competición se ha grabado años después la inscripción Campeonato de España, aunque en el tiempo que se celebró y otorgó no tuvo tal denominación.” (F. Martialay, B. Salazar)
Se podría hablar mucho sobre la historia del objeto copa, pero ello no es ningún motivo que refuerce ni debilite los argumentos sobre la calificación del campeonato porque, como se publicó, en esta revista:
“Conocida como “Copa de España” esta competición en realidad pone en juego dos méritos: el Campeonato de España por un lado y la Copa por otro. El Campeonato de España es el título oficial con el que se empezó a disputar la competición desde 1903 y que ha mantenido a lo largo de todas sus ediciones. Es un honor que ostenta el club vencedor durante un año. En la final también se disputa el trofeo, aunque con la opción de alcanzarlo en propiedad si se vence tres veces consecutivas o cinco alternas.” (CIHEFE)
En este párrafo se deslinda perfectamente el trofeo, la copa física, del mérito “Campeonato de España”. Para el asunto de la homologación del Torneo, poca significación tiene el asunto de la copa, trofeo, o su grabación.
Las fichas y los equipos
“También es cierto que participan equipos federados y no federados y las fichas de los jugadores transitan excepcionalmente entre los equipos sin haber sido dadas de alta en la propia FEF.” (J. del Olmo)
El hecho de su participación es una aceptación implícita de la Federación. Aunque un equipo no hubiera tramitado su alta federativa, algún tipo de solicitud tendría que hacer para participar en el Campeonato. Las Federación es la que tiene la potestad de autorizar los partidos y organizar la competición.
Admitir a un equipo y a sus jugadores para tomar parte en los encuentros está validando tácitamente su participación. La Federación es competente para dictar normas, tanto ordinarias, como extraordinarias, del Reglamento de la competición.
De hecho, en la propia normativa figuraba un modelo de cesión de jugadores, distinto al que usamos hoy, pero cesión al fin y al cabo:
“para participar a los jugadores se les concedió una ficha o autorización especial en los campeonatos regionales, formando parte de los equipos afectos donde prestaban sus servicios militares, pero quedando sujetos al club de pertenencia –o sea al que pertenecían al principio de la guerra- una vez terminada la competición nacional.” (V. Martínez)
El hecho de que hubiera equipos invitados no desvirtúa la competición, es más, es un hecho habitual en las competiciones de selecciones que la confederación que organice invite al anfitrión.
¿Se puede homologar el Torneo Nacional de Fútbol de 1939?
Centremos el motivo principal que lleva a la revisión de este torneo, así como del resto de los jugados en España:
“La FIFA ha solicitado de la IFFHS que establezca un baremo para jerarquizar la importancia de cada campeonato dentro del contexto nacional que sea homologable en el plano internacional. En otras palabras: establecer una correspondencia de equivalencia entre los títulos de un país y de otro.” (J. del Olmo)
A su vez, la IFFHS, ha trasladado a diferentes organismos la solicitud de los correspondientes informes para llevar a cabo esta tarea.
Tenemos que el Torneo Nacional de Fútbol fue la única competición oficial organizada por la Federación Española de Fútbol, y cumple los requisitos exigidos por la IFFHS.
¿Se podría considerar al campeón de ese torneo el campeón absoluto de España? ¿En el baremo fijado por la IFFHS para jerarquizar los campeonatos se fija que debe figurar textualmente la palabra “liga”?
Consideremos los criterios que se han tenido en cuenta en España:
“Lo que sucede es que entre 1910 y 1928 al no haber propiamente un campeonato de Liga, los campeones de Copa asumen el reconocimiento de campeones nacionales, equiparables a los campeones de cualquier otro país y, por lo tanto, son campeones absolutos.” (J. del Olmo)
“A partir de 1914, ya bajo la dirección de la RFEF, la competición se estructuró más sólidamente. Los campeones regionales, es decir, los ganadores de las ligas locales, pasaban a disputar el Campeonato de España y de entre ellos salía el campeón absoluto.” (J. del Olmo).
Este sistema fue el utilizado por la RFEF durante 15 temporadas. Este formato de competición es el mismo que el del Torneo que se disputó en 1939.
“Este mismo sistema, campeonatos regionales previos y fase nacional después, sirvió para señalar al campeón nacional absoluto de Alemania o Italia hasta que se creó la liga unificada en cada país, por poner ejemplos. No hay ninguna diferencia organizativa en la concepción de estos campeonatos. De ahí que desde un punto de vista internacional sean equivalentes u homologables en rango.” (J. del Olmo).
En 1939, tenemos un único Torneo oficial organizado por la Federación Española de Fútbol, si nos atenemos al criterio que se fija para las competiciones celebradas entre 1910 y 1928, que no son convocados bajo la denominación de Campeonatos de Liga, los vencedores son considerados como campeones absolutos, ese mismo tratamiento, independientemente del nombre con el que se convoque el torneo, daría como ganador al campeón absoluto de España.
No perdamos de vista el principal motivo de esta revisión:
“La FIFA ha solicitado de la IFFHS que establezca un baremo para jerarquizar la importancia de cada campeonato dentro del contexto nacional que sea homologable en el plano internacional. En otras palabras: establecer una correspondencia de equivalencia entre los títulos de un país y de otro.” (J. del Olmo)
El “Torneo Nacional de Fútbol”, posteriormente denominado como la “Copa del Generalísimo” y “Campeonato de España”, fue considerado como tal, por la propia Federación, por la población, así cómo por los equipos participantes. También como campeones de Copa han sido siempre considerados los que obtuvieron el título entre 1910 y 1928.
Este “Torneo Nacional de Fútbol”, lo tenemos considerar buscando su equivalencia internacional, no podemos basarnos en su denominación original para no homologar este título.
La referencia para equipararlo con otros, debe tomarse utilizando como antecedentes los torneos celebrados en España.
En años anteriores se celebraron campeonatos en España y que no se jugaron bajo la denominación de “Campeonato de Liga”. Al considerar que fueron los únicos torneos oficiales que se jugaron cada año, independientemente de la denominación con la cual se iniciaron, se asume que a su campeón le corresponde la homologación como campeón absoluto, al cumplir la condición de ser el único torneo oficial organizado por la Federación.
Las mismas circunstancias concurren en el Torneo Nacional de Fútbol de 1939:
- No fue convocado como “Campeonato de Liga”, ni como “Campeonato Absoluto de España”.
- Fue el único campeonato que se jugó en España ese año.
- Fue proclamado un único campeón.
- Fue convocado por la Federación Española de Fútbol.
- Su carácter oficial es incuestionable.
- El sistema de competición empleado sirvió para señalar al campeón nacional absoluto en otras federaciones extranjeras.
“Lo que sucede es que entre 1910 y 1928 al no haber propiamente un campeonato de Liga, los campeones de Copa asumen el reconocimiento de campeones nacionales, equiparables a los campeones de cualquier otro país y, por lo tanto, son campeones absolutos.” (J. del Olmo)
Entendemos que se cumplen todos los condicionantes para que el campeón del “Torneo Nacional de Fútbol” de 1939 pueda ser homologable internacionalmente como “Campeón absoluto de España de 1939”.
sábado, 24 de abril de 2010
Sevilla-Argentina, Gustavo versus Paco
miércoles, 21 de abril de 2010
El hombre de goma
Hablamos de la segunda década del siglo pasado, cuando no existían intermediarios, ni secretarías técnicas ni nada por el estilo, cuando el boca a boca era lo único que funcionaba.
Así las cosas, en Sevilla se tuvo conocimiento de que en la lejana Galicia (como decía Rafael el Gallo, Sevilla estaba en su sitio, eran los gallegos quienes estaban lejos) existía un jugador fantástico, que militaba en las filas del entonces famoso club Fortuna de Vigo.
Su nombre, Herminio Martínez Álvarez, "Cuqui" para los amigos, nacido en Bouzas, provincia de Vigo, el día de reyes de 1896.
Un aficionado sevillista, muy vinculado con los directivos del club, pero que no era tal, llamado Antonio González, tuvo la valentía que entonces había que tener para atravesar España e ir a por el jugador, arriesgándose a viajar en vano.
Pudo finalmente convencerle para venir a Sevilla, no sabemos con qué artes, aunque debieron mediar promesas de fama y fortuna, pese a que oficialmente aquéllos eran tiempos de puro amateurismo.
Con su llegada, el equipo sevillista, ya instalado en la cumbre futbolística andaluza, cerraba un once de ensueño que se preparaba para el asalto a la gloria del fútbol nacional: Avilés, Sedeño, Ismael, Herminio, Ocaña, Rey, Barragán, Gabriel, Escobar, Spencer, Kinké, León, Brand, etc.
Herminio era el cerrojo defensivo que nos faltaba para logar una eficacia que se nos resistía en el campo de los resultados allende Despeñaperros, y además, añadía desde la zaga esa vistosidad tan apreciada por el público del momento que era santo y seña del Sevilla de la línea del miedo.
Así describía Manolo Ocaña, el último superviviente de aquel glorioso equipo, las cualidades futbolísticas de Herminio:
Era un futbolista de los que no hay. Un verdadero fenómeno. Duro, sí, pero con gran clase y rapidísimo. Recuerdo que Ricardo Zamora sufría cuando Herminio figuraba en la selección española, pues era tal la seguridad de éste en la defensa que ponía nervioso hasta a aquel gran portero.
Efectivamente, “Cuqui” Herminio vistió la camiseta española en dos ocasiones, debutando en Sevilla, en el Reina Victoria, frente a Portugal, el 16 de diciembre de 1923, con victoria española por tres goles a cero, repitiendo entorchado el 17 de mayo de 1925, también frente a Portugal, con triunfo hispano por dos a cero.
Durante aquella época en que todos los compañeros de equipo eran grandes amigos, Herminio vivía en casa de Spencer. Uníale una gran amistad con el trianero, y también con el gigante mediocentro sevillista Ocaña, relación ésta que mantendría hasta su fallecimiento el 13 de julio de 1976, a los ochenta años de edad.
Su excepcional carrera de futbolista se vio truncada por una lesión de menisco entonces incurable, sufrida en Madrid, que lo dejó inutilizado. Este tipo de lesiones, en lugar de una intervención quirúrgica, se trataban como en veterinaria, con “botones de fuego”, lo que venía a ser una auténtica cura de caballo.
Aquella lesión sería el inicio de una espiral de calamidades y desgracias que acompañarían a nuestro hombre de goma hasta el final de sus días.
Por mediación de Manolo Ocaña, que tenía amistad con Benito Arana, Director de la Electromecánica de Córdoba, Herminio se convirtió en entrenador de este equipo y, al mismo tiempo, empleado de aquella firma.
Durante la guerra civil, residiendo en Córdoba, Herminio fue víctima de un bombardeo. A consecuencia de las heridas recibidas, hubo de ser sometido a la trepanación y, entonces, viudo ya, fue recogido por un buen amigo que lo tuvo con él durante un año y medio, no recibiendo la menor ayuda de nadie, ni siquiera de la Electromecánica.
Al tener noticia de que la persona que lo tenía recogido no podía ocuparse de él por más tiempo, dadas las dificultades de la época, Manolo Ocaña fue a Córdoba para traerlo a Sevilla, a vivir en casa de su madre durante dos años y medio, donde fue acogido como si de un hijo más se tratase.
Al cabo de ese tiempo, Sancho Dávila (quien fuera número 1 de Falange en Sevilla y posteriormente Presidente de la Federación Española de Fútbol) y Joaquín Miranda, enterados de que la Electromecánica no había socorrido a Herminio, se pusieron en contacto con el Gobernador Civil de Córdoba, Sr. Valera Valverde, quien intermedió ante la empresa cordobesa, logrando que readmitieran a Herminio como encargado del almacén de herramientas. Nuevamente su amigo Manolo Ocaña se ocupó de llevarlo a Córdoba, dado que el exfutbolista no podía valerse por sí mismo.
Poco a poco fue Herminio recuperándose e incluso aparecía por Sevilla de vez en cuando para ver jugar a los nervionenses. Sin embargo, en 1975, sufrió una trombosis de la que no se recuperaría. La junta directiva sevillista, presidida por Eugenio Montes Cabeza, acordó prestar ayuda al jugador. Así lo decidieron también la Federación Andaluza y la Federación Española, gracias a la intervención de quien fuera directivo sevillista Antonio Calderón, entonces gerente del Real Madrid.
El órgano de gobierno del club sevillista comisionó al Tesorero, Enrique Rosendo, para entregar a Herminio una silla de ruedas y dinero en efectivo, así como un recuerdo del club, en agradecimiento a los servicios prestados. Este sería el último capítulo de su vida, pues su deterioro físico desembocó en fatal desenlace apenas un año después.
Afortunadamente, la grandeza futbolística de Herminio le ha hecho inmortal, y prueba de ello es que hoy, aquí, estamos aún acordándonos de él.
Su final fue triste, como el de otros compañeros de su tiempo, Kinké, Spencer, etc.
Pero al igual que sucede con ellos, su leyenda sigue viva.
Por los siglos de los siglos.
viernes, 16 de abril de 2010
Tres sevillistas, la Gre-No-Li, la catástrofe de Superga y nuestro mural
Dada la extraordinaria calidad de los milanistas, el todopoderoso Real Madrid consideró que su plantilla no contaba con futbolistas de la categoría necesaria para hacer frente con ciertas garantías a su oponente, así que se dirigió al Sevilla, a sugerencia del Comité asesor, para solicitar la participación de tres de los mejores jugadores españoles del momento, Arza, Pineda y Antúnez, con idea de reforzar su once, y posibilitar que los seleccionadores observaran a los futbolistas nervionenses.
domingo, 11 de abril de 2010
¡Viva el Sevilla vivo!
martes, 6 de abril de 2010
El expreso de la muerte
Aún tenemos todos los sevillistas muy fresco en la memoria el recuerdo de la pérdida del gran Antonio Puerta, símbolo de tantas cosas, en plena juventud.
Pero podríamos igualmente acordarnos del fallecimiento, cuando sus facultades estaban en el punto más alto de sus trayectorias vitales, de otras no menos señeras figuras de la casa blanca:
Dirigentes como Paco Alba, José Manuel Puelles de los Santos y Ramón Sánchez-Pizjuán.
Y jugadores en activo como Juan Tornero, Enrique Gómez “Spencer” y Pedro Berruezo, entre otros.
Podríamos hablar también, aunque en esto la cuota parte correspondiente a los sevillistas sea equiparable a la de cualquier otro club, de lesiones malditas que se llevaron por delante carreras deportivas esplendorosas como las que, a título de ejemplo, se adivinaban a los Herminio, Enrique Montero, Santi o, Dios quiera que me equivoque, Sergio Sánchez.
Hasta aquí las pruebas de algunas crueldades del destino, dramas humanos por encima de cualquier otra cosa, pero quién sabe si también espita para la pérdida de una grandeza deportiva enterrada para siempre.
Con todo lo que ya hemos dicho, no es todo sin embargo.
Aún queda más.
Y hoy nos referiremos a uno de los capítulos más tristes dentro de la biografía sevillista, funesto contrapunto para uno de sus más ansiados logros deportivos.
Ocurrió hace algo más de setenta y cinco años.
Fue durante la temporada futbolística 1933-34, que significaría para el Sevilla Fútbol Club la alegría de su primer ascenso a la Primera División, categoría en la que, por historia y por méritos deportivos, le correspondía haber militado desde tiempo atrás.
Recordemos brevemente que cuando se crea la Liga, para el curso 1928-29, se decide que participen en la Primera División los equipos que habían resultado campeones y subcampeones de Copa en alguna ocasión.
Como hemos referido anteriormente en este blog, el Sevilla Fútbol Club fue privado administrativamente de disputar la final del Campeonato de España de 1921, lo que amén de un título más que posible para sus vitrinas, le supuso también no figurar en la lista inicial de clubes elegidos para el estreno liguero en la máxima categoría.
Como quiera que los campeones y subcampeones de España alcanzaban tan solo nueve de las diez plazas previstas para la división de honor, se disputaron unas eliminatorias entre el resto de aspirantes nacionales de las que resultaron finalistas el Sevilla y el Racing de Santander, siendo para los cántabros el honor de ocupar el puesto, tras un doble enfrentamiento con saldo mínimo favorable a los cántabros.
Tras aquella enorme desilusión, los sevillistas reaccionaron orgullosamente, alzándose con el primer campeonato de Liga de Segunda División, título que, aunque en justicia debía haberles reportado el ascenso automático a la división de honor, sólo les pasaportó para una promoción.
Efectivamente, aquel año de 1929, por primera y única vez en toda la historia de la competición, el campeón de Segunda División no ascendió automáticamente de categoría, siendo obligado a disputar una eliminatoria con el último clasificado de Primera. Éste resultó ser nuevamente el Racing santanderino, que al igual que un año atrás, salió otra vez triunfante, condenando a los sevillistas a permanecer en Segunda División.
En las temporadas siguientes el club blanco no levantaría cabeza, viéndose sumido en una agudísima crisis deportiva, económica y social, sin duda, la más importante de su historia, junto a la de agosto de 1995.
En lo deportivo, el equipo sufrió la pérdida de Spencer, que como hemos dicho antes, falleció a los veintiocho años de edad, cuando era reconocido como el mejor futbolista de Andalucía y uno de los mejores de España.
Asimismo, se produjo la retirada de sus máximas figuras de los felices veinte, Herminio, Kinké, Ocaña, Rey y Brand, todo ello en pleno auge del profesionalismo, cuando el talonario empezaba de verdad a ser necesario para poder aspirar a los retos deportivos. De hecho, la propia creación de la Liga se justificaba como competición para generar ingresos de taquilla con los que pagar los sueldos de los futbolistas profesionales.
En lo económico, las arcas sevillistas se encontraban en una situación crítica, que venía marcada principalmente por el gasto de la compra de los terrenos de Nervión, que costaron un verdadero dineral, nada menos que 200.000 pesetas de la época, que el club hubo de sufragar sin ayuda externa de ningún tipo.
A ello se unió luego el coste por los fichajes de Campanal, Gual y sobre todo, los internacionales españolistas Vantolrá y Padrón, primerísimas figuras del balompié nacional con las que se esperaba dar el salto a la Primera División y que, sin embargo, ofrecieron una escasísima renta deportiva, de forma que resultó una auténtica odisea amortizar su inversión.
En lo institucional, tras la muerte de Paco Alba y el ostracismo obligado de otro grandísimo Presidente, como lo fue el Barón de Gracia Real, se avecinarían la triste pérdida del médico de la entidad, José Manuel Puelles de los Santos, fusilado en los primeros días el alzamiento golpista del 36, así como el exilio forzoso en Argentina de quien fuera Presidente de la entidad, Manuel Blasco Garzón.
La moral del aficionado sevillista estaba en uno de sus peores momentos, y a ello contribuía lógicamente que el eterno rival estaba viviendo su etapa deportiva más álgida gracias al talonario de su Presidente-mecenas Ignacio Sánchez Mejías, lo que propiciaría su ascenso en 1932 y un subcampeonato copero en 1931, gracias a su política de fichajes vascongados, como Unamuno, Larrinoa, Areso, Aedo, Lekue o Urkiaga, futuros campeones de Liga en 1935.
Todo lo cual llegó a provocar un amago de cisma institucional entre la élite sevillista que gobernaba de facto el club, la aristocrática Peña Sevillista de la calle General Polavieja, frente a la más popular Agrupación Sevillista de calle Tetuán, que sólo pudo ser resuelto diplomáticamente por el nuevo Presidente Ramón Sánchez-Pizjuán.
Precisamente Sánchez-Pizjuán, en una interesantísima entrevista concedida a Blanco y Negro en los preliminares de la temporada 1933-34, se refería a la situación actual del fútbol sevillano y del Sevilla Fútbol Club, en los siguientes términos:
El equipo fue adiestrado por la mano sabia de Ramón Encinas, se había reforzado aquel año con los fichajes de Euskalduna, Espinosa de los Monteros, Segura y el canterano Alcázar, y la afición respondía como siempre, en los momentos difíciles.
Tras una magnífica trayectoria plena de regularidad, se consiguió la oficialidad del ascenso con una victoria fuera de casa ante su más enconado rival por el objetivo, el Atlético de Madrid.
La cita tuvo lugar el 18 de febrero de 1934, en el estadio madrileño de Vallecas, desplazándose para la ocasión un buen número de aficionados que querían acompañar al equipo en tan singulares circunstancias.
Se trataba del primer desplazamiento masivo de seguidores del club decano, razón por la cual se fletaría un tren especial a la capital de España, pensando en dar servicio a las numerosas peticiones que había para viajar.
El partido concluyó con victoria blanca por dos tantos a uno, haciendo Campanal el gol del triunfo. La alineación sevillista estuvo integrada por Eizaguirre; Euskalduna y Deva, Alcázar, Segura y Fede; Tejada, Torróntegui, Campanal, Tache y Caro.
El entusiasmo entre los expedicionarios y la afición era enorme, por fin se alcanzaba la división de honor y podía pensarse en remontar el vuelo.
Sin embargo, el drama estaba a la vuelta de la esquina.
El tren especial con los seguidores blancos que viajaba de vuelta a Sevilla chocaría brutalmente con el expreso de Andalucía que se dirigía a Madrid entre las estaciones de Andújar y Villanueva de la Reina, con un fatídico desenlace de diez muertos y más de cuarenta heridos.
Las imágenes del accidente, según se aprecia en este fantástico reportaje de Crónica, son aún hoy estremecedoras.
Y al domingo siguiente, cuando los jugadores saltaban al campo de Nervión para posar como flamante nuevo equipo de Primera y campeones de la categoría de plata, portaban brazaletes negros en señal de duelo y como homenaje a las víctimas de la tragedia, primeros mártires del sevillismo.